::2006_ahí.no.más...::
::gustavo.cerati::ahí.vamos
He visto en vivo 2 veces a Gustavo Cerati. La primera, en el '96, cuando vino con Soda Stereo en su gira del Sueño Stereo (1995). Se dice que con esta placa alcanzaron su cumbre, pero en realidad era el comienzo del fin. El disco, sin ser excelente (porque eso es lo que era el Dynamo, editado en 1992) se elevaba sobre el promedio de actos latinoamericanos de pop rock, teniendo incluso más difusión radial que el anterior y amplia repercusión en aquella generación que despertaba a la música (ayudados por el apogeo del recién nacido MTV Latino). La segunda vez fue hace unos 3 años, a raíz de su tour promocional del Siempre Es Hoy (2003), su tercer disco solista que la verdad, no me agradó. Era un pop semi light, cuasi vanguardista, y con temas muy parecidos y aburridones finalmente. Eso sí, su show fue muy bien acogido, en donde se animó a versionar clásicos perdidos de su etapa con el trío argentino. Me sigo quedando con Amor Amarillo (1993) como su mejor placa post-Soda, en el que aún se respira la resaca sónica de aquel brillante Dynamo, y su asimilación del sonido shoegaze de bandas tipo Lush y My Bloody Valentine (la anglofilia de este argentino nunca ha quedado oculta). Bocanada (2001), su segunda entrega como solista, lo trajo más calmo, instrospectivo, pero aún con la suficiente vena creativa para mantener el nivel musical a lo largo de todo el cd. Dice mucho, como verás, que le dedique la mayor cantidad de palabras a su obra pasada que a este nuevo disco que, de saque, con esa portada, es una franca decepción. "Lago En El Cielo" y "Dios Nos Libre", buenos temas ubicados a mitad de la placa no logran levantar un disco escandalosamente convencional, poco inspirado, guitarrero pero sin sabor, sin nervio (¿¿has empeñado tus pedaleras, Gus??). Cuando acababa de sonar "Jugo De Luna" (la otra canción que se salva) me resultaba increíble admitir que, muy a mi pesar, con Cerati todo tiempo pasado parece ser mejor. Allá vamos.
He visto en vivo 2 veces a Gustavo Cerati. La primera, en el '96, cuando vino con Soda Stereo en su gira del Sueño Stereo (1995). Se dice que con esta placa alcanzaron su cumbre, pero en realidad era el comienzo del fin. El disco, sin ser excelente (porque eso es lo que era el Dynamo, editado en 1992) se elevaba sobre el promedio de actos latinoamericanos de pop rock, teniendo incluso más difusión radial que el anterior y amplia repercusión en aquella generación que despertaba a la música (ayudados por el apogeo del recién nacido MTV Latino). La segunda vez fue hace unos 3 años, a raíz de su tour promocional del Siempre Es Hoy (2003), su tercer disco solista que la verdad, no me agradó. Era un pop semi light, cuasi vanguardista, y con temas muy parecidos y aburridones finalmente. Eso sí, su show fue muy bien acogido, en donde se animó a versionar clásicos perdidos de su etapa con el trío argentino. Me sigo quedando con Amor Amarillo (1993) como su mejor placa post-Soda, en el que aún se respira la resaca sónica de aquel brillante Dynamo, y su asimilación del sonido shoegaze de bandas tipo Lush y My Bloody Valentine (la anglofilia de este argentino nunca ha quedado oculta). Bocanada (2001), su segunda entrega como solista, lo trajo más calmo, instrospectivo, pero aún con la suficiente vena creativa para mantener el nivel musical a lo largo de todo el cd. Dice mucho, como verás, que le dedique la mayor cantidad de palabras a su obra pasada que a este nuevo disco que, de saque, con esa portada, es una franca decepción. "Lago En El Cielo" y "Dios Nos Libre", buenos temas ubicados a mitad de la placa no logran levantar un disco escandalosamente convencional, poco inspirado, guitarrero pero sin sabor, sin nervio (¿¿has empeñado tus pedaleras, Gus??). Cuando acababa de sonar "Jugo De Luna" (la otra canción que se salva) me resultaba increíble admitir que, muy a mi pesar, con Cerati todo tiempo pasado parece ser mejor. Allá vamos.
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